viernes, 30 de diciembre de 2011

RELOJES BUENOS Y MALOS

Me gustan los relojes locos,
que se adelantan dos minutos
o se atrasan cien segundos.
Sin motivo, sin excusa.
Porque les guía su inconsciente
o la impulsividad y la alegría.

La cuestión es que nuestros cuerpos
fueron fabricados para encajar
el uno con el otro
y hacer funcionar las manecillas del amor.

Los relojes buenos
tienen la ventaja,
o desventaja en mi opinión,
de funcionar perfectamente.
Siempre constantes,
siempre precisos,
siempre puntuales.

Esa constancia transformada en rutina,
esa rutina pintando al aburrimiento
de la mano de la monotonía.

En definitiva: los relojes perfectos
se definen por la más estúpida de las imperfecciones.
La constancia.

Es por esto que ese reloj loco,
picarón, graciosillo, pirado,
que se guía por impulsos,
que se adelanta o retrasa a su antojo.
Esos son los que menos se venden.

Los relojes impuntuales
son denominados como malos.
Y ¿por qué?

Porque tenemos envidia.
Envidia de que los engranajes de ese reloj sean dos cuerpos,
dos personas, dos enamorados, dos locos,
a los que nunca encontró la rutina.
Dos piezas que se burlan de la constancia y del aburrimiento.

Por eso compramos relojes puntuales.
Porque no queremos comprar a dos tipos que se quieren a pesar del tiempo.
Porque lo que queremos ver son dos personas que no vencieron a la rutina,
para poder sentirnos mejor pensando que no somos los únicos que fracasamos en nuestro intento de felicidad. De encajar con otra pieza, de una manera tan perfectamente imperfecta que el mañana no sea una mera calcamanía o fotocopia del hoy ni del ayer.

lunes, 26 de diciembre de 2011

CERVEZA

En los planazos
la cerveza siempre es protagonista.
O más bien,
la cerveza siempre provoca planazos.
Tengo ganas de planazos.
Y de cerveza.

LA MORENA

¿Por qué voy por esta acera
y no por la paralela?

Quizá en esa me cruce con la chica de mi vida,
o quizá sea en esta.

Quizá sea esa rubia de ahí...,
no, no es esa.

¿Y esa morena?
No, no creo.
O igual sí. Mierda.

¿Debería haberla saludado?
No. Supongo que no.

Aunque igual ella también me hubiera hablado,
y nos hubiéramos presentado,
dos besos, ¿qué tal?
Me llamo David, ¿y tú?
Evitaríamos el patético: ¿estudias o trabajas?

Hubiéramos ido a un bar,
a tomar una caña o algo.
Reír como idiotas, o como locos.

Y, ¿habríamos sido felices?
Sí, creo que tendría que haberla saludado,
ahora me quedo con la intriga, por tonto.

A LA COLA

Más que pactar con mis recuerdos
y apuntarte en mi lista de veranos,
me pondré en la cola de los ex
que dejaste felizmente desgraciados.

Sin valor para olvidarte.
Sin ganas de despedirte del todo.
Con la sonrisa del pasado
y la tristeza del fracaso.

Y que nunca
podremos llegar a odiarte.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

COSAS QUE PASAN

Te escribo en la piel
con la firma de mis labios.
Me abanicas la cara
con el movimiento de tus párpados.

Guardo tus palabras
en la mochila de alegrías,
esa que ahora está llena
y poco antes estuvo vacía.

Viajamos por los valles de sonrisas,
visitando la belleza
de tu piel junto a la mía.

Una pena que en esta historia
predomine la ironía,
y que esa chica aún no figure
en la historia de mi vida.

HORARIO DE DESPEDIDAS

Supongo que el horario de visitas caducó hace ya un tiempo.
Que mis recuerdos ya no cobran tus sonrisas,
que los besos ya no juntan nuestros labios,
que tu piel ya no me viste de alegrías,
que tus ojos ya no escriben mis relatos.

CONCLUSIONES

Para los ricos que lloran porque no les llega para su quinto Ferrari,
los curas que explican cómo se debe amar y nunca levantaron una falda,
los niños obesos que viven en el McDonal´s y les gritan a sus padres que les compren gominolas.
Esto va por vosotros: ¡IROS A LA MIERDA!

SIN RENCOR

Estoy decidido a pactar con mis recuerdos,
saldrás en mi lista de veranos.
Proyectaré la película
en el frontón de los rebotes.
Golpearé con mi raqueta
ya sin cuerdas,
pues las puse en la guitarra,
la pelota que sin aire,
ya no bota el porvenir.

SEÑALES

Dame un corazón en verde
para dejar atrás el stop en soledad.
Tu amor me ha multado
por conducción temeraria
en la autopista de tus venas
y me ha prohibido el paso
al aparcamiento de tu corazón.

En tus caderas hay señales
de atención curvas,
y tus ojos hoy anuncian
peligro de desprendimientos.