jueves, 2 de mayo de 2013

EL AMOR DE VAN GOGH

Por mucho que yo me pare
el mundo sigue
y no me espera el muy hijo puta,
no descansa ni tres segundos para dejarme respirar.
Ni tres segundos para dormir
y no pensar en nada más.

El mundo sigue y no le aguanto,
yo me paro a respirar.

A veces pienso que vivo cual orgasmo,
vivo a ratos.
Esos ratos los disfruto.
Mucho.
El resto no los vivo,
nada más.

Podría decirse que muero a ratos entonces.
Vivo a ratos,
muero a ratos,
y a ratos vuelvo a despertar.

Despierto y me pico con el mundo.
Me saca ventaja y no le alcanzo en la carrera de girar.
El cabrón da vueltas tan rápido
y no llego a descifrar.
¿Dónde se encuentra el sentido?
¿Por qué tanta prisa por girar?
¿No será mejor tomar un respiro?
Dame un respiro, un pitillo,
aunque eso sea lo contrario de respirar.

Y se me escapan los segundos
y me revientan los "quizás".
Dime que sí
y yo te sigo,
que esta vez yo quiero despegar
a dónde vuelen los estribillos
y soñemos al mismo compás.

Dime que sí
y yo te sigo.

Dime que no
y no te olvido.

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